miércoles, 13 de octubre de 2010

Isla y el hada.

Escribí este cuento para la pequeña Isla, la hermanita un poco mayor de Paula, la niña del cuento anterior a este. Isla, sabe que su hermanita necesita de muchos cuidados de sus padres, y a veces siente un poco de celos, pero adora a Paula.

La niña da vueltas y vueltas con los brazos abiertos, girando y girando. Estrellitas la iluminan y giran sobre ella. Está feliz porque un hada, blanca y con su varita mágica, entró volando por la ventana, para jugar con la niña encantada.

¿Cómo te llamas? Le pregunta el hada.

Isla, es mi nombre. Le dice la niña.

¿Isla? Dice el hada blanca. Es el nombre más bonito que he escuchado, ¿y quién te ha puesto ese nombre?

Mi mamá y mi papá. Contesta la niña.

Sabes, para que te hayan puesto un nombre tan precioso te deben querer muchísimo. Le dice el hada.

Si me quieren mucho, pero me parece que quieren más a mi hermanita…

¿Por qué piensas eso? Le pregunta el hada.

Porque están más con ella que conmigo, se preocupan mucho y a mi me dicen que luego, que más tarde, que ahora no. Dice Isla un poco triste.

No es así, Isla, a ti te adoran, te quieren muchísimo, lo que pasa es que tu hermanita necesita más cuidados y tú lo sabes…

Si, pero yo quisiera que estén más conmigo…

Mira, Isla, tus papás sufren porque no pueden estar más tiempo contigo, ellos quisieran eso porque tú eres una niña que todo el mundo ama. Le dice el hada. Y te lo voy a demostrar, toma mi mano y no tengas miedo.La niña, tomada de la mano del hada, sale volando por la ventana hacia la ciudad que está allá abajo. Los niños que juegan en la plaza la ven y la saludan: Isla, cómo estás, que suerte que vuelas…

Luego, volando, llegan al bosque y los gnomos y los duendes la invitan a tomar chocolate con pastel de crema, vistiendo su mesa con manteles floridos y margaritas en los floreros. La llegada de Isla para ellos es motivo de una fiesta, porque están ante la niña más hermosa y buena del mundo. Para que esté a tono para la fiesta, el hada toca con su varita mágica a Isla y un vestido rosa precioso, con un moño de Cenicienta, y una corona de flores en su cabecita la viste de repente encantando a todos los presentes. Llegan príncipes y princesas de todas partes al lugar. Nadie se quiere perder el acontecimiento para la niña más hermosa que todos han de ver. Los animales del bosque: ardillas, bambis, palomas y conejos, se acercan a saludarla muy contentos, y bailan a su alrededor, acompañados por la música que Isla toca en un piano blanco y de cola.

Qué bien tocas el piano, nadie lo hace como tú en todo este bosque encantado. Le dicen. Y todos cantan a coro que Isla tiene un gran corazón.

Cuando termina la fiesta, vuelve la niña con el hada, volando a la puerta de su casa. Papá y mamá preocupados la reciben con abrazos y muchos besos emocionados.

No sabíamos dónde estabas, Isla querida, no sabes cuanto te extrañamos y amamos. Le dicen a Isla y ella los besa muy fuerte porque sabe que es verdad lo mucho que la aman.

Tengo mucho que contarles. Les dice a sus papis queridos. Pero antes voy a hacer algo que para mi es muy importante. Y corre a abrazar a su hermanita, porque también mucho la ha extrañado.

sábado, 9 de octubre de 2010

Paula y Blancanieves.

Este cuentito lo escribí para la pequeña Paula, que vive en Madrid y es una gran luchadora, a pesar de su corta edad, por la vida que a veces es injusta.

Blancanieves, despierta cuando ya los 7 enanitos se han ido al bosque a hacer su trabajo. Bosteza estirando sus brazos, mira a su alrededor y dice en voz alta: Bueno, hay muchas cosas por hacer… A ver, por dónde empiezo: limpiar la casa, hacer la comida, planchar la ropa de los enanitos. Uf, hoy si que no tengo ganas…

En eso golpean a la puerta, ¿quién será? Seguramente uno de los 7 enanitos que se olvidó su herramienta de trabajo. Blancanieves abre la puerta regañando antes de ver quién es: Qué te has olvidado cabecita de… Pero, ¿tú, quién eres?

La que ha llamado es una niña pequeña y bellísima, que está paradita frente a la puerta, con una canastita llena de flores del bosque, y con cara de susto dice: Me llamo, Paula, y me he perdido cuando salí a buscar flores en el bosque para llevarle a mi mamá…

¡Oh! Le dice Blancanieves. No te preocupes, yo vivo acá con los 7 enanitos del bosque que cuando regresen te ayudarán a volver a tu casa porque ellos conocen todos los caminos…

La niña, sorprendida, le dice de pronto y poniéndose contenta: Pero, tú eres Blancanieves, sí, te he visto en los libros y en las películas…

Si, claro que lo soy y no sabía que era tan famosa, qué bueno. Sabes Paula, se me ha ocurrido una idea y tú me vas a ayudar. Escucha. Y acercándose al oído de la niña le cuenta su plan.

El día ha pasado, ya el sol se ha ido a dormir cuando llegan los 7 enanitos después de haber cumplido con su trabajo, cansados y hambrientos. Abren la puerta de la casa en la que viven con Blancanieves y la ven… No a Blancanieves, sino a Paula, vestida igual que ella. La niña esta preciosa con su falda amarilla y su chaqueta azul, con un gran moño rojo en la cabecita. Los 7 enanitos se sorprenden al ver a una Blancanieves más pequeñita, pero no se preocupan porque el olor a una rica comida sale de la cocina y todos se sientan a la mesa a comer. Paula, feliz, les sirve y come con ellos la riquísima comida que ha preparado. Todos cantan con ella, se ríen. En eso se asoma la verdadera Blancanieves desde detrás de la puerta de su habitación, le guiña un ojo a Paula que le devuelve el guiño, y vuelve a seguir descansando.

Los enanitos, le comentan a Paula, que han comido la más rica comida que han probado, que están encantados con una Blancanieves tan pequeñita, y que se quede a vivir con ellos. Pero Paulita, extraña a sus papis y a su hermanita y tiene que volver a casa. Los 7 enanitos le dicen que no se preocupe, que a la mañana siguiente la llevarán de vuelta a su casa, porque no hay mejor lugar para estar que con la familia.

Al amanecer, Paula, con su canastita llena de flores, se despide de Blancanieves con un gran abrazo y un beso y le promete que siempre volverá para estar con ella y con los enanitos, porque los quiere mucho a todos. Y luego se va contenta, vestida como Blancanieves porque le ha regalado la ropa, que en realidad es de cuando era pequeñita. Pronto, gracias a los enanitos, verá a su querida familia que seguramente la estarán extrañando por lo mucho que la quieren.

Paulita, ha pasado el día más feliz de su vida, se le cumplió un sueño maravilloso, de cuento, fue Blancanieves por una vez, y de ahora en más, lo será siempre.